“Vosotros sois todos más jóvenes que yo. Si estáis jubilados buscad algo que os apasione. Pasead el perro, mirad las estrellas, plantad tomates, jugad a algo, haced el sudoku cada día, interesaros por cualquier cosa porque viviréis mucho más felices.” El museo de la confitura acaba de cumplir 10 años. Georgina Regàs, fundadora y socia, suele acabar con este discurso las visitas de grupos de la tercera edad. Ha vivido una guerra, varios años entre Reino Unido y Austria y ha trabajando junto a su hermano Oriol en Bocaccio el epicentro de la “Gauche Divine” barcelonesa. Pero cuando le llegó la jubilación Georgina no estaba dispuesta a esperar en un sofá que pasase el tiempo. Nos recibe en su Museo de la Confitura en Torrent. “No me llaméis de usted” es su única condición para acceder a que la entrevistemos.
¿Qué es el Museo de la Confitura?
El museo es un lugar desde el que intentamos transmitir lo que sabemos y a la vez continuar aprendiendo. He aprendido mucho de la gente que viene. Cuanto más sabes, más te das cuenta de lo poco que sabes. Hoy en día se puede conseguir información por muchos lados pero creemos que es importante recibir información lo más fidedigna posible. Estamos muy abiertos a compartir todo lo que hemos aprendido.
¿Por qué decidiste abrir el Museu de la Confitura en Torrent?
Cuando me jubilé vivía en Torrent y llevaba tiempo dándole vueltas a qué hacer con mi nueva situación. Cuando te jubilas parece que todo se acaba, te dan un carné de identidad indefinido y ya no tienes que preocuparte por nada. Al principio pensé “mira que suerte,” pero después me molestó. da la sensación que no cuentas para nada. En un viaje por el sur de Francia pasamos por Biarritz y vi el museo del chocolate. Me llamó la atención. Pensé que si había un museo del chocolate podría haber un museo de la confitura.
¿Cuándo empezaste a elaborar confituras y por qué?
Trabajé varios años en el mundo de la hostelería y la restauración. Compramos una casa en Torrent que tenía un limonero cargado de limones y no sabía que hacer con ellos. Había escrito bastantes libros sobre cocina pero nunca había hecho confituras. Fue una amiga inglesa quien me sugirió que elaborase una mermelada de limón. Me pasó una receta y ahí empezó todo. Me quedé fascinada por la transformación de mezclar limón y azúcar y que se transformara en algo distinto, mágico. Empecé a interesarme, compré libros, busqué, investigué y pregunté a todo el que pudiera enseñarme. Yo no me he inventado nada.
Tenéis más de 200 combinaciones, algunas tan originales como la de pera al aroma de Juanola o la de remolacha con vinagre balsámico ¿De dónde sale la inspiración para tantas recetas?
Picasso decía que la inspiración te viene trabajando. Si estoy sentada en mi casa no sacaré ninguna receta nueva. Siempre estamos probando nuevos sabores combinando frutas, verduras, especias, flores, hierbas aromáticas, … no tienes límites, aprendes constantemente. Con un poco de sentido común, práctica y sobretodo pasión, todo es posible. Además la cocina hoy día te permite hacer cosas que en otro momento habría sido mucho más difícil. Le debemos mucho a Ferran Adrià. Ha abierto las puertas a la imaginación, permitiendo que todo el mundo experimente. Cómo él muy bien dice, no todo es válido, pero todo es posible. Es una persona a la que admiro mucho, es un referente muy importante para mí.
Precisamente has colaborado con la Fundación Alicia en la que Ferran Adrià participa activamente. ¿En qué consistió tu trabajo con ellos?
Yo tenía unas bases tradicionales y Pere Castells, de la Fundación Alicia, me enseñó la parte ciéntifica de las confituras. Me habló del triángulo mágico y desarrolló la tabla periódica en la que clasificó todas las confituras que elaboramos. Además hemos dado talleres juntos donde él explica la parte científica y yo la tradicional.
¿Qué es el triángulo mágico de las confituras?
La armonía en las confituras depende de una correcta proporción de los ingredientes, que estén equilibrados los tres elementos que conforman el triángulo: el azúcar, la pectina y la acidez. Si combinas correctamente estos tres elementos tendrás una confitura bien hecha. Buscamos ese equilibrio de forma natural añadiendo frutas como la manzana, que aporta la pectina y no modifica el sabor, o el jugo de limón que nos da la acidez y a su vez potencia el sabor de la fruta, hace de conservante y es antioxidante.
“Tenemos unos beneficios atípicos que me ayudan a vivir una vejez con una mentalidad más joven y sobretodo más abierta.”
¿De dónde viene la materia prima? ¿Tenéis alguna filosofía al respecto?
Fui presidenta de Slow Food Empordà y comparto su filosofía. La comida ha de ser buena, limpia y justa. Intentamos comprar directamente a los payeses que tenemos cerca. Nos permite conseguir la mejor fruta, que no ha de ser la más bonita sino la más gustosa, y siempre de temporada. Nuestra filosofía es que la fruta cogida directamente del árbol tiene mejor sabor. Comer cerezas de Chile en enero no tiene sentido. ¿Por qué comer cerezas por Navidad cuando las tenemos, y muy buenas, al final de la primavera? Tenemos la obligación de defender el producto de nuestra tierra. No porque sea mejor o peor, sino porque nos llega directo y en su punto óptimo de maduración.
¿Cuál es el momento favorito de tu trabajo?
Hago lo que me gusta y he creado un lugar en el que pretendo que la gente disfrute trabajando, que también es importante. Tenemos unos beneficios atípicos, clientes muy fieles que se interesan por las nuevas confituras que elaboramos, o por los cursos que organizamos, ….
son beneficios que no se contabilizan pero a mi me compensan y me ayudan a vivir una vejez con una mentalidad más joven y sobretodo más abierta.
Museu de la Confitura
Plaça Major. 17123 Torrent (Girona)